Desde los orígenes del planeamiento urbano moderno, ciertos grupos sociales han sido sistemáticamente marginalizados en el diseño de nuestras ciudades. La fuerte relación entablada desde un principio entre esta joven disciplina y los poderes económicos y políticos establecidos han llevado a diferentes formas de control o exclusión para ser impuestas a esos “otros” individuos sin poder. Como consecuencia de estas acciones de control o exclusión se ha ido generando un complejo panel de tensiones urbanas y conflictos entre esos individuos y los poderes dirigentes, lo cual ha sido reflejado a su vez en las transformaciones de la fábrica urbana. Sin embargo, cuestionando los límites y modificando selectivamente la fábrica urbana existente algunos de estos grupos han conseguido encontrar su lugar e identidad en el nuevo espacio urbano.
El caso de las mujeres es especialmente paradigmático en relación a este tema. A pesar de haber sido comúnmente consideradas como parte de esos “otros” grupos sociales, desde finales del siglo diecinueve las mujeres han sabido encontrar su manera de definir un espacio propio en la vida urbana moderna, encontrando patrones de libertad dentro del marco preestablecido de hostilidad física. La formación de tramas secundarias, mapas alternativos uniendo sus espacios de socialización o bien la libre apropiación de las estructuras formales ya existentes fue permitiendo la integración de las mujeres en la ciudad moderna. No obstante, lo que diferencia estas formas de integración frente a la de otros colectivos también negados es la particular definición espacial de sus lugares de asociación. Las mujeres, quienes tradicionalmente han sido confinadas al espacio doméstico, rompieron los límites entre público y privado extendiendo su espacio interior a la ciudad moderna.
El objetivo de este trabajo es estudiar en dos momentos cruciales del planeamiento moderno, la reforma de la trama urbana del Paris de Haussmann entre 1850 y 1870 y el inicio del desarrollo suburbano en el Londres Eduardiano de entre 1850 y 1914, las condiciones espaciales de los diferentes lugares en ambas ciudades que las mujeres comenzaron a sentir como propios dentro de la fábrica urbana moderna desde donde a través de sus actividades diarias comienzan a cuestionar los límites establecidos entre público y privado según identidad de género.
